La pregunta acerca del origen de los Escritos del Nuevo Testamento y su historicidad es siempre una interrongante abierta, no siempre bien respondida o valorada por muchos.
Este Artículo quiere ser un primer acercamiento a la reflexión acerca de la vinculación que existe entre las tradiciones orales y escritas con Jesús como personaje histórico.
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viernes, abril 28
jueves, abril 27
La esperanza Cristiana
Hoy en día muchas personas centran su esperanza en diversas realidades que muchas veces no tienen que ver con verdades de fe. Este artículo quiere comenzar una reflexión acerca de la verdadera valoración de la esperanza escatológica en Cristo.
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Frente al estreno de la Película "El Código Da Vinci"
A propósito del próximo estreno de la película el Código Da Vinci creo que hay que hacer algunas reflexiones.
Tergiversaciones de la doctrina cristiana, hay desde siempre. Nunca la Iglesia ha estado libre de ataques, calumnias, infamias; así como tampoco de herejías o de exposiciones inadecuadas de sus contenidos fundamentales. Muchos dicen, a lo largo de la historia de la Iglesia, entender el “verdadero” contenido del mensaje de Jesucristo que la “Iglesia (Vaticano) ha escondido o manipulado. Esto lo vemos presente ya en los tiempos del mismo evangelio, cuando los dirigentes judíos del pueblo quieren hacer creer que los apóstoles han escondido el cuerpo de Cristo (Mt 28, 11 – 15).
La novela de Dan Brown, que no pasa de ser más que una novela, tiene un argumento basado en teorías muy antiguas acerca de Jesús y María Magdalena mezclado con una tradición pseudos cristiana acerca del Santo Grial.
Tergiversaciones de la doctrina cristiana, hay desde siempre. Nunca la Iglesia ha estado libre de ataques, calumnias, infamias; así como tampoco de herejías o de exposiciones inadecuadas de sus contenidos fundamentales. Muchos dicen, a lo largo de la historia de la Iglesia, entender el “verdadero” contenido del mensaje de Jesucristo que la “Iglesia (Vaticano) ha escondido o manipulado. Esto lo vemos presente ya en los tiempos del mismo evangelio, cuando los dirigentes judíos del pueblo quieren hacer creer que los apóstoles han escondido el cuerpo de Cristo (Mt 28, 11 – 15).
La novela de Dan Brown, que no pasa de ser más que una novela, tiene un argumento basado en teorías muy antiguas acerca de Jesús y María Magdalena mezclado con una tradición pseudos cristiana acerca del Santo Grial.
Según el autor, Cristo habría confiado la Iglesia a María Magdalena en vez de Pedro; debido a una confabulación de los apóstoles, escapa a Francia. Desde entonces el clandestino «Priorato de Sión» protege a la descendencia de Cristo de los ataques de la Iglesia Católica, y transmite sus secretos en códigos ocultos. Por ejemplo, en la «Última Cena» de Leonardo Da Vinci, la figura junto a Cristo no es el apóstol Juan sino María Magdalena.
Además de negar el fundamento apostólico petrino, esta teoría negará la divinidad de Cristo y afirmará una falsa descendencia de Jesucristo hasta nuestros días. Si Jesucristo no es Dios todo el fundamento de la fe se desmorona.
Pese a todo, hay que hacer una valoración positiva de estas realidades: se podría tener una primera actitud de rechazo inmediato y absoluto. La actitud de la Iglesia y su Magisterio a lo largo de su historia siempre ha sido, en primer lugar, la acogida y la corrección fraterna advirtiendo los errores posibles o específicos de una doctrina. Una vez que esto no es asumido se accede a la exposición de la doctrina cristiana adecuada cuando la realidad lo exige. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, el mensaje de Jesús ha sido tergiversado o mal entendido, sino hubiera sido así, los judíos de su época no habría condenado al Señor. Si leemos con atención los evangelios, nos daremos cuenta que una parte del juicio está basado en acomodaciones o tergiversaciones del mensaje que él ha predicado a viva voz (jn 18, 20 – 21). Los Apóstoles no corrieron una suerte diferente ni los primeros cristianos testigos del evangelio.
El magisterio de la Iglesia siempre ha pensado que el error doctrinal y la herejía en primer lugar permiten la exposición de la doctrina adecuada. Se trata fundamentalmente de no asustarse frente a un error o frente a una enseñanza alejada de la verdad, ya que bien orientada, ella permite profundizar el verdadero misterio de Dios, una vez escuchada la revelación interpretada a la luz de la enseñanza de la Iglesia.
Por otro lado, permite demostrar quien es quien; se caen las máscaras y sabemos en qué terreno pisamos y avanzamos; junto con esto es un llamado a fortalecer el contenido de la catequesis; centrar nuestros afanes en crear instancias de formación en donde no necesariamente el error o la herejía será combatida, sino que será expuesta la verdadera doctrina y fe cristianas a la luz de lo que ha sido enseñado por todos los siglos. No deberíamos temer frente a estas realidades si tenemos una formación sólida y real.
Con todo, hay un tema que debería ser retomado y éste es la defensa de la fe. Muchas veces pensamos, por deformación y manipulación externa, que por haber cometido algunos errores en el pasado hoy la Iglesia no puede hablar de ciertas cosas o que está vetada para toda la eternidad de defender sus pilares fundamentales. No podemos pagar el resto de nuestra vida por “habernos portado mal en el pasado”.
Por último, es una instancia para retomar con más fuerza nuestras raíces y fortalecer la vivencia de la fe con mayor énfasis desde la celebración eucarística y el testimonio coherente como fieles cristianos.
Para profundizar el tema se puede consultar:
http://www.menteabierta.org/html/articulos/ar_actual_CDVDesmantelando.htm
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/C/codigo_da_vinci05.htm
A propósito de otro tema me parece interesante leer el siguiente artículo relacionado con el evangelio de Judas.
http://www.mercaba.org/FICHAS/Escrituras/evangelio_de_judas.htm
Además de negar el fundamento apostólico petrino, esta teoría negará la divinidad de Cristo y afirmará una falsa descendencia de Jesucristo hasta nuestros días. Si Jesucristo no es Dios todo el fundamento de la fe se desmorona.
Pese a todo, hay que hacer una valoración positiva de estas realidades: se podría tener una primera actitud de rechazo inmediato y absoluto. La actitud de la Iglesia y su Magisterio a lo largo de su historia siempre ha sido, en primer lugar, la acogida y la corrección fraterna advirtiendo los errores posibles o específicos de una doctrina. Una vez que esto no es asumido se accede a la exposición de la doctrina cristiana adecuada cuando la realidad lo exige. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, el mensaje de Jesús ha sido tergiversado o mal entendido, sino hubiera sido así, los judíos de su época no habría condenado al Señor. Si leemos con atención los evangelios, nos daremos cuenta que una parte del juicio está basado en acomodaciones o tergiversaciones del mensaje que él ha predicado a viva voz (jn 18, 20 – 21). Los Apóstoles no corrieron una suerte diferente ni los primeros cristianos testigos del evangelio.
El magisterio de la Iglesia siempre ha pensado que el error doctrinal y la herejía en primer lugar permiten la exposición de la doctrina adecuada. Se trata fundamentalmente de no asustarse frente a un error o frente a una enseñanza alejada de la verdad, ya que bien orientada, ella permite profundizar el verdadero misterio de Dios, una vez escuchada la revelación interpretada a la luz de la enseñanza de la Iglesia.
Por otro lado, permite demostrar quien es quien; se caen las máscaras y sabemos en qué terreno pisamos y avanzamos; junto con esto es un llamado a fortalecer el contenido de la catequesis; centrar nuestros afanes en crear instancias de formación en donde no necesariamente el error o la herejía será combatida, sino que será expuesta la verdadera doctrina y fe cristianas a la luz de lo que ha sido enseñado por todos los siglos. No deberíamos temer frente a estas realidades si tenemos una formación sólida y real.
Con todo, hay un tema que debería ser retomado y éste es la defensa de la fe. Muchas veces pensamos, por deformación y manipulación externa, que por haber cometido algunos errores en el pasado hoy la Iglesia no puede hablar de ciertas cosas o que está vetada para toda la eternidad de defender sus pilares fundamentales. No podemos pagar el resto de nuestra vida por “habernos portado mal en el pasado”.
Por último, es una instancia para retomar con más fuerza nuestras raíces y fortalecer la vivencia de la fe con mayor énfasis desde la celebración eucarística y el testimonio coherente como fieles cristianos.
Para profundizar el tema se puede consultar:
http://www.menteabierta.org/html/articulos/ar_actual_CDVDesmantelando.htm
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/C/codigo_da_vinci05.htm
A propósito de otro tema me parece interesante leer el siguiente artículo relacionado con el evangelio de Judas.
http://www.mercaba.org/FICHAS/Escrituras/evangelio_de_judas.htm
lunes, abril 24
Clave de lectura del Nuevo Testamento
Leer la Biblia con la intención de encontrar sólo datos de Jesús o de la comunidad cristiana puede ser una manera inadecuada de acercase a ella. Es necesario entender cuál es el contenido real que los evangelios transmiten. Si lo hiciéramos realmente no tendríamos dudas cuando algunos nos plantean problemas sobre los Evagenlios Gnósiticos o nos inquieren acerca de la historicidad lineal de algunos personajes bíblicos o la figura que otros tienen en las comunidades primitivas.
Ir comprendiendo poco a poco el proceso complejo de formación de la sagrada escritura nos será útil para desinstalar algunos paramétros que llevamos dentro y que profesamos muchas sin tener demasiada claridad.
Este artículo quiere orientar sobre esta necesidad de acercarse de manera adecuada a los textos bíblicos del Nuevo Testamento, siendo el preámbulo de un estudio y tema posterior: la formación de la Tradición Escrita.
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Algunas Características de Jesús
La persona de Jesús es sumamente enigmática y motiva mucho la reflexión de las personas. Muchos se acercan a él para encontrar algunas respuestas a su preguntas o reflexiones.
Algunas de las preguntas que nos hacemos acerca de Jesús son sobre su libertad, su conciencia propia y el mensaje que predica unido a signos como los milagros.
La reflexión que hacemos en este artículo nos dará pautas de como enfrentar estos temas para la catequesis.
miércoles, abril 19
Historia y Geografía de Israel I
Hace muchos años, prácticamente 6.000 a.C., comienzan a ubicarse, en la región que hoy conocemos como Palestina y el Medio Oriente, una serie de tribus nómadas y pueblos sedentarios que empiezan a relacionarse entre sí con diversos fines: familiares, políticos, económicos, filosóficos, religiosos, bélicos, etc.
La región recibe a estas tribus y pueblos que logran hacia el 3.500 a.C., formar las civilizaciones más antiguas generando técnicas milenarias de cultivo, cría de ganado.
Este es el origen de Israel, un pasado nómada y sedentario que paulatinamente va conformando una confederación de tribus que están a la base del pueblo.
Este archivo (el primero de dos) contiene datos sobre la cosmología y geografía, tanto del medio oriente como de Israel - Palestina. Puede ser complementado con mapas de la región para comprender mejor los lugares que se describen. Una buena referencia a los mapas la podemos encontrar aquí.
La Persona de Jesucristo
Mucho se ha dicho acerca de Jesús. Hay vagas referencias, otras muy profundas; diferentes acercamientos tenemos hacia su persona. Autores de distinto origen, religión, raza, lengua o nación han escrito sobre Jesucristo. Esto hace interminable y riquísima la bibliografía a la que podemos acceder para estudiarlo.
Con todo, hay una pregunta que debemos hacernos ¿Qué tan cercanos son estos autores a los testigos de Jesucristo? Quienes vivieron junto a él, nos quisieron transmitir un testimonio real a partir de su experiencia. Este testimonio lo encontramos en los evangelios canónicos (tema tratado en el artículo "Canon y Canonicidad de la Biblia" de 20 de marzo 2006, en este mismo blog clic).
Este artículo quiere orientar desde una miarada de conjunto de los mismos evangelios canónicos cómo es Jesús.
sábado, abril 15
Biblia Versión Electrónica
Este es un archivo que contiene una versión electrónica de la Biblia que permite una consulta rápida de los textos.
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Documentos Completos Concilio Vaticano II
El pasado 8 de diciembre celebramos los 40 años del Concilio Vaticano II. Este gran concilio, que fue convocado por el Papa Juan XXIII y clausurado por su santidad Pablo VI, produjo grandes cambio al interior y exterior de la Iglesia.
Hoy a 40 años conviene reflexionar qué significó este hito, pero también retomar su contenido muchas veces mal explicado o aprehendido por algunos miembros de la Iglesia.
El conclio quiere reformular algunos planteamientos, sobre todo aquello accesorio o sujeto a cambio por el paso de los años y el avance de la cultura; con todo, mantiene intacto los elementos fundamentales sobre los que no hay discusión. La Iglesia se adapta pero no se desnaturaliza; eso nos quiere indicar este sacrasanto concilio: protagonismo y participación en la misma Iglesia de Cristo fundada sobre Pedro y los Apóstoles.
Hoy a 40 años conviene reflexionar qué significó este hito, pero también retomar su contenido muchas veces mal explicado o aprehendido por algunos miembros de la Iglesia.
El conclio quiere reformular algunos planteamientos, sobre todo aquello accesorio o sujeto a cambio por el paso de los años y el avance de la cultura; con todo, mantiene intacto los elementos fundamentales sobre los que no hay discusión. La Iglesia se adapta pero no se desnaturaliza; eso nos quiere indicar este sacrasanto concilio: protagonismo y participación en la misma Iglesia de Cristo fundada sobre Pedro y los Apóstoles.
De una Homilía antigua sobre el grande y Santo Sábado
El descenso del Señor al abismo
¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos.» Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu.» Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: “Salid”, y a los que se encuentran en las tinieblas: "iluminaos”, y a los que duermen: “Levantaos.”
A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte el peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.
viernes, abril 14
Triduo Pascual
Estamos vivenciado las fiestas pascuales también conocidos como el Santo Triduo Pascual. Desde el punto de vista litúrgico se trata de una sola celebración que tiene una duración de tres días cronológicos. Todo comienza el día jueves santo en la tarde, con la Cena del Señor o Misa del Lavado de los pies como se le conoce tradicionalmente. Continúa con la liturgia de la pasión el día viernes y culmina con la Vigilia Pascual el día sábado en la tarde, o en su defecto, la misa del domingo de Resurrección.
Esta tradición está en el origen de la Iglesia apostólica, siendo por algún tiempo la única fiesta celebrada. Los cristianos comprenden rápidamente que lo que Jesús ha realizado en la Última Cena, no ha sido un gesto cualquiera, sino que ha instituido el rito con el que quiere que lo celebremos; pero no sólo esto, más aún, que ha instituido un rito fundamental, cuyo sentido y contenido significativo principal, se explica los días posteriores. En efecto, Jesús en la Última Cena no sólo está instituyendo la Eucaristía como sacramento, está dejando el modo en que quiere ser recordado por la Iglesia de todos los siglos, y les da las claves de lectura teológicas fundamentales de aquello que será realizado por él: su sacrificio en la cruz, su muerte y su resurrección.
En la noche del Jueves Santo, Jesús, pronuncia las palabras que explicarán los acontecimientos posteriores; el viernes y el sábado hasta la madrugada de éste, realiza las acciones con las que estas palabras previamente explicitadas se hacen patentes.
Hay algunos temas de los que hacerse cargo en estos acontecimientos antes descritos; vistos así, no presentan grandes cuestionamientos. Jesús muere, porque así lo ha previsto y por lo demás, estaba anunciado. Por lo tanto, “todo sucedió para que se cumpliera aquello que estaba escrito”.
Hay algunos temas en los que se pueden profundizar al contemplar estos hechos: ¿Todo fue un plan organizado por Jesús y algunos de sus discípulos más cercanos en donde cada uno jugó un papel predeterminado? ¿Jesús tenía plena conciencia y conocimiento de todo lo que iba a suceder? ¿Qué diferencia hay entre la entrega voluntaria de Cristo a la muerte y un suicidio? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Cómo se entiende la resurrección de Cristo?
Son temas gruesos y que requieren de algo de detenimiento para poder responder adecuadamente.
En primer lugar, los acontecimientos tal como son relatados por los evangelios, independiente de los detalles divergentes, nos muestran la independencia que tenía Jesús de sus discípulos; en varias ocasiones los deja solos (Jn 6, 17) o simplemente los envía para que ellos prediquen o anuncien o sanen enfermos (Lc 10, 1ss); a veces hay controversias entre Jesús y sus discípulos o diferencias de opinión sobre algunos temas (Mt 19, 3ss); incluso una vez que Jesús deja de hacer milagros y empieza a juntarse con su grupo más íntimo y muchos empiezan a dejarlo, él mismo les propone, sin esconder el contenido verdadero de la pasión, que si quieren pueden tomar su camino por otro lado, pero este camino va por un sendero conocido, a nadie lo obliga, pero les presenta las consecuencias reales (Jn 6, 64 – 71). Jesús no construye monólogos o diálogos para que otros los repitan; la redención no tendría ningún sentido si su sacrificio no fuera realizado realmente por él; la influencia sobre sus discípulos nunca es para provecho propio o para manipulaciones. Cada uno realizó lo propio dentro de la pasión pero no fueron piezas de ajedrez movidas por Dios para que finalmente sucediera lo que sucedió.
Con respecto de la conciencia de Jesús sobre su mesianismo, sobre su pasión, muerte y resurrección hay opiniones diversas e incluso contrarias.
Para algunos la situación es bastante simple, como Jesús es Dios, y Dios todo lo conoce, entonces él previó todo y asumió desde su nacimiento en adelante. Así, solamente quedaba esperar que todo sucediera como estaba predispuesto por el padre; por esto los evangelios nos dicen que Jesús ha venido a cumplir su voluntad (Jn 4, 34; 5, 30; Lc 22, 42).
Esta tesis tiene varios puntos que analizar porque no está en lo correcto; el más importante es reflexionar en torno a qué tipo de conciencia tiene Jesús de acuerdo a su persona y como se vinculan la unidad de naturalezas humana y divina en la persona de Jesucristo.
Hay un principio que no podemos olvidar que se desprende de la definición que hace muchos siglos hizo el Concilio de Constantinopla: la unión de naturalezas en la persona del Verbo se da naturalmente, es decir, unidas pero no confundidas y distinguidas pero no separadas. Esto es, en la persona del Verbo, cada naturaleza mantiene sus atributos y propiedades sin mezclarse sino distinguiéndose adecuadamente.
El hecho que Jesús haya realizado su encarnación y su vida, incluso su muerte de manera natural, nos lleva a pensar que nunca quiso que su naturaleza divina absorbiera o no respetara a la humana. Si la misión divina de la salvación incluye desde siempre la muerte y la resurrección, la naturaleza humana de Jesús comprende su mesianismo pero respetando sus etapas evolutivas humanas. Así, cuando niño tiene plena conciencia de ser el Mesías y el Hijo de Dios al modo de un niño, y cuando adulto cuando comienza la misión como adulto.
Su conciencia es plena siempre y cada vez más profunda hasta que llega al máximo en el huerto y la cruz, donde experimenta el verdadero sentido de la redención: restaurar la comunión entre Dios y el hombre por medio de su sacrificio; el grito de Cristo en la Cruz, nos está hablando por un lado de la plena conciencia de Jesús del Mesianismo sufriente y que esta entrega se hace patente en la muerte; y por otro lado, nos habla de la conciencia plena de Jesús de ver que en la cruz y en su muerte, al asumir totalmente el pecado del hombre, descubre y experimenta el abismo profundo entre Dios y el pecado a tal punto que no pueden estar juntos, en esto siente el abandono y lo expresa citando el salmo (Mc 15, 34; Sal 22 (21), 3).
Este punto anterior nos lleva a reflexionar en la entrega voluntaria de Cristo; muchas veces me han preguntado por qué razón no se trata de un suicidio de Cristo. Y aquí hay que ser bien delicados en argumentar: un suicidio no tiene nada de voluntario o libre. Más bien sabemos que el hecho de suicidarse es conculcar la libertad y la conciencia de la persona fruto de verse en un callejón sin salida y buscar la muerte por medios provocativos hasta que la consigue.
En el caso de Jesús, hablamos de una muerte voluntaria, de qué el mismo entrega su cuerpo. Incluso si leemos con mucha detención el texto de la muerte nos daremos cuenta que Jesús entrega la vida cuando cree que todo está cumplido; es decir, no necesariamente su muerte se debe a que se le acabó la vida, sino que él entrega concientemente su vida para el mundo, por eso “entrega el espíritu” (Jn 19, 30).
Volviendo al argumento anterior, Jesús no busca necesariamente la muerte, no provoca a los judíos o romanos para que lo maten, sino que sabe que su actitud, sus gestos, sus palabras lo llevarán a la muerte y sabe que en esa muerte está la redención del hombre. Cuando se habla de muerte voluntaria estamos viendo una relación en que Jesús no rechaza morir, no cambia el contenido de su predicación cuando intuye que lo van a matar, pero tampoco se vuelve más provocativo. Él entrega la vida, en la muerte, para la vida del mundo; libremente, voluntariamente.
Y esta entrega voluntaria ¿Era necesaria que pasara por el sufrimiento? Jesús anuncia el Reino. El Reino implica interpelación a aceptar este mensaje. Jesús une a su predicación el misterio de su muerte y resurrección. Se puede fundamentar que unida a la predicación del Reino está el hecho de la muerte y resurrección de Jesús, no como un acontecimiento forzado sino real. La Iglesia continúa esta predicación anunciando la muerte y la resurrección de Cristo como presencia salvadora celebrada en los sacramentos de la Iglesia. Quien acepta el Reino, acepta entonces la muerte y resurrección de Jesús, por lo tanto su salvación.
Jesús al asumir la condición humana, asume todo su itinerario; desde el nacimiento hasta la muerte. Va tomando conciencia progresiva de esta realidad y la va comunicando paulatinamente a sus seguidores más cercanos quienes lo transmitirán como “instrumento salvífico” para todos los hombres.
La pregunta es ¿Por qué la muerte? ¿Por qué una muerte de cruz, cruenta? ¿Por qué el sufrimiento? Estas preguntas pueden que no tengan respuestas demasiado convincentes para quienes buscan una justificación lógica. Más bien, queremos comprender el sentido de la muerte de Jesús orientada a su resurrección es lo que nos llevará a la reflexión.
De la lectura de los textos se pueden extraer algunas conclusiones: la muerte de Jesús es voluntaria y tiene un fin salvífico universal. Es una entrega consciente y sintetiza toda la predicación de Jesús. No busca la muerte, pero tampoco la rechaza, no es una situación inesperada. El contenido de su predicación tiene como centro la explicación de su propia muerte y entrega. La predicación de Jesús pasa del anuncio implícito al explícito y esto es interpretado posteriormente por la Iglesia e incluido en su predicación y anuncio.
Jesús va a mostrar desde su propia comprensión de la muerte un vínculo de unidad plena con el Padre: confianza plena en él, cumplimiento hasta el extremo de su voluntad.
El sufrimiento aunque no es querido ni buscado por Dios es asumido y por lo tanto no rechazado ni tampoco intervenido; no podemos pensar que esté en los planes de Dios. Cuando a veces nos preguntamos por el sufrimiento de niños, de pobres, de algunos pueblos, incluso sufrimientos naturales nos preguntamos dónde está Dios, porque razón no interviene. Incluso a veces llegamos a pensar que la existencia del mal es una prueba de la inexistencia de Dios.
La imagen que a veces se presenta del Padre con respecto del Hijo, como sádico por no intervenir en el sufrimiento de la cruz no sólo falsa sino que además denota que no se ha entendido nada de lo que ha sido revelado como misterio de Cristo. Cristo acepta el sufrimiento en la cruz como parte del plan de salvación; entregarse a la muerte conlleva el sufrimiento de la misma muerte; si esta muerte es en cruz, conlleva el sufrimiento de la cruz. Este sufrimiento es producido por los hombres, no por Dios.
El sentido de la Resurrección es la clave de lectura para todo lo anterior. Jesús no viene para morir solamente. Toda su predicación, todo su mensaje, su anuncio, sus gestos y obras, señales, palabras, etc., están orientadas al anuncio del Reino de Dios y a comprender que sólo podemos vivir en comunión él y que toda nuestra vida se entiende en relación a él; relación que hoy se da por medio signos orientados a comprender progresivamente qué es la vida eterna: vivir unidos y en comunión con Cristo resucitado.
Hay varios signos por los que entendemos la resurrección. La comunidad que participó como testigo pone atención algunos hechos que los hace pensar y creer que Cristo ha resucitado y tempranamente transmite este acontecimiento, y más aún, lo celebra en la eucaristía. Estos hechos son la tumba vacía y el hecho de que algunos testigos dicen que han estado con él después de su muerte (Jn 20, 1 – 18).
En el momento en que los apóstoles, los primeros seguidores y discípulos de Jesús ven o escuchan estos testimonios empiezan a comprender todo lo que había sucedido, todo lo que había sido dicho por Jesús, todo lo que en algún momento creyeron no entender tomó sentido. Ahora todo estaba claro, Jesús estaba presente en la comunidad, había resucitado y además se había quedado permanentemente presente en la Eucaristía.
Esto es lo que llamamos Misterio Pascual, esto es lo celebrado en estos días y es el misterio central de nuestra fe. Ya que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1 Cor 15, 17).
Esta tradición está en el origen de la Iglesia apostólica, siendo por algún tiempo la única fiesta celebrada. Los cristianos comprenden rápidamente que lo que Jesús ha realizado en la Última Cena, no ha sido un gesto cualquiera, sino que ha instituido el rito con el que quiere que lo celebremos; pero no sólo esto, más aún, que ha instituido un rito fundamental, cuyo sentido y contenido significativo principal, se explica los días posteriores. En efecto, Jesús en la Última Cena no sólo está instituyendo la Eucaristía como sacramento, está dejando el modo en que quiere ser recordado por la Iglesia de todos los siglos, y les da las claves de lectura teológicas fundamentales de aquello que será realizado por él: su sacrificio en la cruz, su muerte y su resurrección.
En la noche del Jueves Santo, Jesús, pronuncia las palabras que explicarán los acontecimientos posteriores; el viernes y el sábado hasta la madrugada de éste, realiza las acciones con las que estas palabras previamente explicitadas se hacen patentes.
Hay algunos temas de los que hacerse cargo en estos acontecimientos antes descritos; vistos así, no presentan grandes cuestionamientos. Jesús muere, porque así lo ha previsto y por lo demás, estaba anunciado. Por lo tanto, “todo sucedió para que se cumpliera aquello que estaba escrito”.
Hay algunos temas en los que se pueden profundizar al contemplar estos hechos: ¿Todo fue un plan organizado por Jesús y algunos de sus discípulos más cercanos en donde cada uno jugó un papel predeterminado? ¿Jesús tenía plena conciencia y conocimiento de todo lo que iba a suceder? ¿Qué diferencia hay entre la entrega voluntaria de Cristo a la muerte y un suicidio? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Cómo se entiende la resurrección de Cristo?
Son temas gruesos y que requieren de algo de detenimiento para poder responder adecuadamente.
En primer lugar, los acontecimientos tal como son relatados por los evangelios, independiente de los detalles divergentes, nos muestran la independencia que tenía Jesús de sus discípulos; en varias ocasiones los deja solos (Jn 6, 17) o simplemente los envía para que ellos prediquen o anuncien o sanen enfermos (Lc 10, 1ss); a veces hay controversias entre Jesús y sus discípulos o diferencias de opinión sobre algunos temas (Mt 19, 3ss); incluso una vez que Jesús deja de hacer milagros y empieza a juntarse con su grupo más íntimo y muchos empiezan a dejarlo, él mismo les propone, sin esconder el contenido verdadero de la pasión, que si quieren pueden tomar su camino por otro lado, pero este camino va por un sendero conocido, a nadie lo obliga, pero les presenta las consecuencias reales (Jn 6, 64 – 71). Jesús no construye monólogos o diálogos para que otros los repitan; la redención no tendría ningún sentido si su sacrificio no fuera realizado realmente por él; la influencia sobre sus discípulos nunca es para provecho propio o para manipulaciones. Cada uno realizó lo propio dentro de la pasión pero no fueron piezas de ajedrez movidas por Dios para que finalmente sucediera lo que sucedió.
Con respecto de la conciencia de Jesús sobre su mesianismo, sobre su pasión, muerte y resurrección hay opiniones diversas e incluso contrarias.
Para algunos la situación es bastante simple, como Jesús es Dios, y Dios todo lo conoce, entonces él previó todo y asumió desde su nacimiento en adelante. Así, solamente quedaba esperar que todo sucediera como estaba predispuesto por el padre; por esto los evangelios nos dicen que Jesús ha venido a cumplir su voluntad (Jn 4, 34; 5, 30; Lc 22, 42).
Esta tesis tiene varios puntos que analizar porque no está en lo correcto; el más importante es reflexionar en torno a qué tipo de conciencia tiene Jesús de acuerdo a su persona y como se vinculan la unidad de naturalezas humana y divina en la persona de Jesucristo.
Hay un principio que no podemos olvidar que se desprende de la definición que hace muchos siglos hizo el Concilio de Constantinopla: la unión de naturalezas en la persona del Verbo se da naturalmente, es decir, unidas pero no confundidas y distinguidas pero no separadas. Esto es, en la persona del Verbo, cada naturaleza mantiene sus atributos y propiedades sin mezclarse sino distinguiéndose adecuadamente.
El hecho que Jesús haya realizado su encarnación y su vida, incluso su muerte de manera natural, nos lleva a pensar que nunca quiso que su naturaleza divina absorbiera o no respetara a la humana. Si la misión divina de la salvación incluye desde siempre la muerte y la resurrección, la naturaleza humana de Jesús comprende su mesianismo pero respetando sus etapas evolutivas humanas. Así, cuando niño tiene plena conciencia de ser el Mesías y el Hijo de Dios al modo de un niño, y cuando adulto cuando comienza la misión como adulto.
Su conciencia es plena siempre y cada vez más profunda hasta que llega al máximo en el huerto y la cruz, donde experimenta el verdadero sentido de la redención: restaurar la comunión entre Dios y el hombre por medio de su sacrificio; el grito de Cristo en la Cruz, nos está hablando por un lado de la plena conciencia de Jesús del Mesianismo sufriente y que esta entrega se hace patente en la muerte; y por otro lado, nos habla de la conciencia plena de Jesús de ver que en la cruz y en su muerte, al asumir totalmente el pecado del hombre, descubre y experimenta el abismo profundo entre Dios y el pecado a tal punto que no pueden estar juntos, en esto siente el abandono y lo expresa citando el salmo (Mc 15, 34; Sal 22 (21), 3).
Este punto anterior nos lleva a reflexionar en la entrega voluntaria de Cristo; muchas veces me han preguntado por qué razón no se trata de un suicidio de Cristo. Y aquí hay que ser bien delicados en argumentar: un suicidio no tiene nada de voluntario o libre. Más bien sabemos que el hecho de suicidarse es conculcar la libertad y la conciencia de la persona fruto de verse en un callejón sin salida y buscar la muerte por medios provocativos hasta que la consigue.
En el caso de Jesús, hablamos de una muerte voluntaria, de qué el mismo entrega su cuerpo. Incluso si leemos con mucha detención el texto de la muerte nos daremos cuenta que Jesús entrega la vida cuando cree que todo está cumplido; es decir, no necesariamente su muerte se debe a que se le acabó la vida, sino que él entrega concientemente su vida para el mundo, por eso “entrega el espíritu” (Jn 19, 30).
Volviendo al argumento anterior, Jesús no busca necesariamente la muerte, no provoca a los judíos o romanos para que lo maten, sino que sabe que su actitud, sus gestos, sus palabras lo llevarán a la muerte y sabe que en esa muerte está la redención del hombre. Cuando se habla de muerte voluntaria estamos viendo una relación en que Jesús no rechaza morir, no cambia el contenido de su predicación cuando intuye que lo van a matar, pero tampoco se vuelve más provocativo. Él entrega la vida, en la muerte, para la vida del mundo; libremente, voluntariamente.
Y esta entrega voluntaria ¿Era necesaria que pasara por el sufrimiento? Jesús anuncia el Reino. El Reino implica interpelación a aceptar este mensaje. Jesús une a su predicación el misterio de su muerte y resurrección. Se puede fundamentar que unida a la predicación del Reino está el hecho de la muerte y resurrección de Jesús, no como un acontecimiento forzado sino real. La Iglesia continúa esta predicación anunciando la muerte y la resurrección de Cristo como presencia salvadora celebrada en los sacramentos de la Iglesia. Quien acepta el Reino, acepta entonces la muerte y resurrección de Jesús, por lo tanto su salvación.
Jesús al asumir la condición humana, asume todo su itinerario; desde el nacimiento hasta la muerte. Va tomando conciencia progresiva de esta realidad y la va comunicando paulatinamente a sus seguidores más cercanos quienes lo transmitirán como “instrumento salvífico” para todos los hombres.
La pregunta es ¿Por qué la muerte? ¿Por qué una muerte de cruz, cruenta? ¿Por qué el sufrimiento? Estas preguntas pueden que no tengan respuestas demasiado convincentes para quienes buscan una justificación lógica. Más bien, queremos comprender el sentido de la muerte de Jesús orientada a su resurrección es lo que nos llevará a la reflexión.
De la lectura de los textos se pueden extraer algunas conclusiones: la muerte de Jesús es voluntaria y tiene un fin salvífico universal. Es una entrega consciente y sintetiza toda la predicación de Jesús. No busca la muerte, pero tampoco la rechaza, no es una situación inesperada. El contenido de su predicación tiene como centro la explicación de su propia muerte y entrega. La predicación de Jesús pasa del anuncio implícito al explícito y esto es interpretado posteriormente por la Iglesia e incluido en su predicación y anuncio.
Jesús va a mostrar desde su propia comprensión de la muerte un vínculo de unidad plena con el Padre: confianza plena en él, cumplimiento hasta el extremo de su voluntad.
El sufrimiento aunque no es querido ni buscado por Dios es asumido y por lo tanto no rechazado ni tampoco intervenido; no podemos pensar que esté en los planes de Dios. Cuando a veces nos preguntamos por el sufrimiento de niños, de pobres, de algunos pueblos, incluso sufrimientos naturales nos preguntamos dónde está Dios, porque razón no interviene. Incluso a veces llegamos a pensar que la existencia del mal es una prueba de la inexistencia de Dios.
La imagen que a veces se presenta del Padre con respecto del Hijo, como sádico por no intervenir en el sufrimiento de la cruz no sólo falsa sino que además denota que no se ha entendido nada de lo que ha sido revelado como misterio de Cristo. Cristo acepta el sufrimiento en la cruz como parte del plan de salvación; entregarse a la muerte conlleva el sufrimiento de la misma muerte; si esta muerte es en cruz, conlleva el sufrimiento de la cruz. Este sufrimiento es producido por los hombres, no por Dios.
El sentido de la Resurrección es la clave de lectura para todo lo anterior. Jesús no viene para morir solamente. Toda su predicación, todo su mensaje, su anuncio, sus gestos y obras, señales, palabras, etc., están orientadas al anuncio del Reino de Dios y a comprender que sólo podemos vivir en comunión él y que toda nuestra vida se entiende en relación a él; relación que hoy se da por medio signos orientados a comprender progresivamente qué es la vida eterna: vivir unidos y en comunión con Cristo resucitado.
Hay varios signos por los que entendemos la resurrección. La comunidad que participó como testigo pone atención algunos hechos que los hace pensar y creer que Cristo ha resucitado y tempranamente transmite este acontecimiento, y más aún, lo celebra en la eucaristía. Estos hechos son la tumba vacía y el hecho de que algunos testigos dicen que han estado con él después de su muerte (Jn 20, 1 – 18).
En el momento en que los apóstoles, los primeros seguidores y discípulos de Jesús ven o escuchan estos testimonios empiezan a comprender todo lo que había sucedido, todo lo que había sido dicho por Jesús, todo lo que en algún momento creyeron no entender tomó sentido. Ahora todo estaba claro, Jesús estaba presente en la comunidad, había resucitado y además se había quedado permanentemente presente en la Eucaristía.
Esto es lo que llamamos Misterio Pascual, esto es lo celebrado en estos días y es el misterio central de nuestra fe. Ya que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1 Cor 15, 17).
martes, abril 11
Estudiar, leer y meditar sobre Jesús
Desde siempre para la cristiandad la pregunta acerca de Jesús ha sido un tema grueso a resolver. Quién es, cuándo vivió, cómo vivió, qué hizo o dijo realmente.
Sobre todo hoy en día que hay tantas teorías acerca de tema econtramos eco en diversos ambientes para reflexionar.
El ya conocido y taquillero hallazgo del evangelio de Judas (1978: nada nuevo realmente) abre ciertas polémicas sobre la historicidad de ciertos acontecimientos.
Algunos enfoques de estos puntos se pueden resolver si es que analizamos el punto de vista o análisis de estos temas. Cuál es el objetivo que bucan, cuál es sentido que tienen. Pero sobre todo, para nosotros como cristianos y católicos qué debiéramos decir frente al tema.
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El ya conocido y taquillero hallazgo del evangelio de Judas (1978: nada nuevo realmente) abre ciertas polémicas sobre la historicidad de ciertos acontecimientos.
Algunos enfoques de estos puntos se pueden resolver si es que analizamos el punto de vista o análisis de estos temas. Cuál es el objetivo que bucan, cuál es sentido que tienen. Pero sobre todo, para nosotros como cristianos y católicos qué debiéramos decir frente al tema.
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viernes, abril 7
Evangelio de Judas
Hacia mediados de la década de los 70, unos pastores encuentran sorpresivamente en Egipto un manuscrito supuestamente original, que no tuvo mayor importancia en su momento. Pasó mucho tiempo guardado hasta que se decidió a sacarlo a luz pública por parte de algunos investigadores. Han traducido al rededor de 26 páginas de diversos fragmentos de los textos, en donde han tenido que reconstruir bastantes elementos a causa del mal estado del original.
Este texto, quiere narrar sólo los últimos días de Jesús antes de su pascua y los diálogos que habría tenido con Judas Iscariote antes de morir.El manuscrito, cambia fundamentalmente el paradigma de la imagen de Judas tenido o presentado por la Iglesia a través de los siglos, en donde él pasa de ser un traidor a un héroe y al mismo tiempo sería el verdadero "discípulo amado" por Jesús (aunque no utiliza necesariamente este concepto en el texto).Él lleva a cabo, según el escrito, una misión divina encomendada por el mismo Cristo de "entregarlo" para la salvación del mundo. Entonces, consecuentemente, Jesús habría instruido a Judas para que lo entregara.Pruebas científicas certifican la autenticidad de este escrito, como material literario, fechándolo algunos hacia el año 300 d.C., y algo más tarde por otros.El escrito, en realidad corresponde al grupo de los evangelios apócrifos gnósticos y posiblemente sería una copia o trascripción de un escrito original en griego traducido al copto.
La verdad que el valor del texto no es en realidad el contenido acerca de la verdad de Judas que quiere transmitir; es más bien arqueológico y nos permite descubrir algunos elementos interesantes de la época en que viven estas sectas cristianas primitivas.
Desde el punto de vista de la fe, no aporta nada nuevo, ya que ha sido escrito en un tiempo muy posterior a los evangelios canónicos (Mt, Mc, Lc y Jn) y toma a éstos como fuentes principales para transmitir algunas tradiciones.Los errores fundamentales, además de la apreciación sobre Judas, tiene relación con mostrar a Cristo con un cuerpo aparente del que está "revestido" y además, la intervención directa de Dios sobre las conciencias de las personas, en este caso del mismo Judas. Así presentaría un dualismo fundamental, Dios es el origen tanto del bien como del mal.
La figura de Judas que presentan los evangelios canónicos, está centrada en un personaje que es llamado por Cristo y que forma parte de los Discípulos predilectos. Incluso tiene una cercanía con Jesús y debe haber tenido algo de confianza por parte del grupo ya que llevaba "las finanzas"; poco a poco se va desilusionando de Jesús, porque no era el Mesías que él esperaba o más aún que el quería encontrar.
Al principio ve en Jesús un líder político, alguien que puede unificar a Israel y reivindicar las instituciones perdidas. Tiene todas las características que necesita su "Caudillo": reúne a la gente, les habla con autoridad, pone en tela de juicio las autoridades corruptas del pueblo, se relaciona de igual a igual con las autoridades civiles.
De pronto algo cambia en el pensamiento de Judas, todo se viene a bajo. Jesús deja de hablar en público, solo instruye en privado a los discípulos y les habla de mesianismo sufriente, cruces, padecimiento, que lo dejen solo, etc. Judas entiende que se equivocó y tiene que retomar el camino; antes cumplir con su deber de entregarlo a las autoridades para que lo saquen del camino y poder encontrar otro que realmente restaure la unidad política de Israel.
Hay que tener claro que la visión de la Iglesia nunca ha sido condenar la figura de Judas por esta acción, aunque a veces se presenta a este personaje de la historia de manera bastante peyorativa por parte de algunos sectores.
Los datos sobre judas y los supuestos diálogos entre ellos, que presentan este tardío escrito, carecerían de total historicidad al ser al mismo tiempo que heréticos (gnosticismo) contradictorios con el resto de los relatos atestiguados por la Tradición de la Iglesia.
Este texto, quiere narrar sólo los últimos días de Jesús antes de su pascua y los diálogos que habría tenido con Judas Iscariote antes de morir.El manuscrito, cambia fundamentalmente el paradigma de la imagen de Judas tenido o presentado por la Iglesia a través de los siglos, en donde él pasa de ser un traidor a un héroe y al mismo tiempo sería el verdadero "discípulo amado" por Jesús (aunque no utiliza necesariamente este concepto en el texto).Él lleva a cabo, según el escrito, una misión divina encomendada por el mismo Cristo de "entregarlo" para la salvación del mundo. Entonces, consecuentemente, Jesús habría instruido a Judas para que lo entregara.Pruebas científicas certifican la autenticidad de este escrito, como material literario, fechándolo algunos hacia el año 300 d.C., y algo más tarde por otros.El escrito, en realidad corresponde al grupo de los evangelios apócrifos gnósticos y posiblemente sería una copia o trascripción de un escrito original en griego traducido al copto.
La verdad que el valor del texto no es en realidad el contenido acerca de la verdad de Judas que quiere transmitir; es más bien arqueológico y nos permite descubrir algunos elementos interesantes de la época en que viven estas sectas cristianas primitivas.
Desde el punto de vista de la fe, no aporta nada nuevo, ya que ha sido escrito en un tiempo muy posterior a los evangelios canónicos (Mt, Mc, Lc y Jn) y toma a éstos como fuentes principales para transmitir algunas tradiciones.Los errores fundamentales, además de la apreciación sobre Judas, tiene relación con mostrar a Cristo con un cuerpo aparente del que está "revestido" y además, la intervención directa de Dios sobre las conciencias de las personas, en este caso del mismo Judas. Así presentaría un dualismo fundamental, Dios es el origen tanto del bien como del mal.
La figura de Judas que presentan los evangelios canónicos, está centrada en un personaje que es llamado por Cristo y que forma parte de los Discípulos predilectos. Incluso tiene una cercanía con Jesús y debe haber tenido algo de confianza por parte del grupo ya que llevaba "las finanzas"; poco a poco se va desilusionando de Jesús, porque no era el Mesías que él esperaba o más aún que el quería encontrar.
Al principio ve en Jesús un líder político, alguien que puede unificar a Israel y reivindicar las instituciones perdidas. Tiene todas las características que necesita su "Caudillo": reúne a la gente, les habla con autoridad, pone en tela de juicio las autoridades corruptas del pueblo, se relaciona de igual a igual con las autoridades civiles.
De pronto algo cambia en el pensamiento de Judas, todo se viene a bajo. Jesús deja de hablar en público, solo instruye en privado a los discípulos y les habla de mesianismo sufriente, cruces, padecimiento, que lo dejen solo, etc. Judas entiende que se equivocó y tiene que retomar el camino; antes cumplir con su deber de entregarlo a las autoridades para que lo saquen del camino y poder encontrar otro que realmente restaure la unidad política de Israel.
Hay que tener claro que la visión de la Iglesia nunca ha sido condenar la figura de Judas por esta acción, aunque a veces se presenta a este personaje de la historia de manera bastante peyorativa por parte de algunos sectores.
Los datos sobre judas y los supuestos diálogos entre ellos, que presentan este tardío escrito, carecerían de total historicidad al ser al mismo tiempo que heréticos (gnosticismo) contradictorios con el resto de los relatos atestiguados por la Tradición de la Iglesia.
Compendio del Magisterio de la Iglesia
Desde los Apóstoles en adelante la Iglesia ha custodiado el depósito de la fe transmitido a través de la Tradición y de la Sagrada Escritura, difundiendo y enseñando, asistida por el Espíritu Santo, el depósito de la fe.
Junto con el análisis y reflexión teológica surgen consencuentemente los errores, que no son otras cosa que exposiciones parciales del misterio que al mantenerse contumazmente se transforman en herejías.
Las refutaciones y explicaciones para estos errores por parte de la Iglesia se van realizando por medio de la reflexión teológica, en primer lugar de los padres de la Iglesia y posteriormente definidas en concilios.
Una compilación de los textos más importantes la encontramos en el "Manual de los Símbolos, Definiciones y Declaraciones de la Iglesia en Materia de Fe y Costumbres" del Autor Enrique Denzinger, traducido por Daniel Ruiz Bueno.
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domingo, abril 2
Revelación
La revelación de Dios se realiza por medio de las cosas y realidades creadas y también sobrenaturales.
La creatura tiene capacidades para comprender esta revelación.
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